Cuando Ibrahim Pasha le dio el sello al sultán Suileman y fue al pabellón de caza esperando el veredicto, invitó a su hermano Niko a quedarse con él.
En una conversación con su hermano, Ibrahim Pasha admitió que su corazón ahora pertenece a Nigar - kalfa, una mujer cuyas manos doradas lo curaron de una grave enfermedad. Gracias a Níger, el Pasha encontró la paz y encontró el sentido de la vida.
Y es Nigar - kalfa, que ama a Pasha tal como es y lo ama con todo su corazón, a pesar del castigo que seguirá si se abre su historia de amor.
Y ese amor por Khatija, el sultán, por el cual el bajá sacrificó todo e incluso amenazó su propia vida, desapareció en un instante.
En el momento en que Hatice, el sultán, peleando con su marido, le dijo que ella era su amante, y que él solo era un esclavo que estaba obligado a servir al estado otomano, es decir, a servirla a ella. Y si la pierde, perderá la confianza del soberano.
Fue en este momento, el orgulloso Ibrahim Pasha, se dio cuenta de que su amor, comprensión y lealtad se disolvieron en un instante. Que él siempre será un esclavo de su esposa, y ella será su amante, que se deleita con el poder sobre él.
Ibrahim Pasha trató de borrar las palabras de la amante de la memoria, pero no lo logró.
Entonces Niko le recordó a su hermano las palabras de su madre:
- Elija una mujer y una vaca en su aldea.
Pero ahora Ibrahim no puede regresar a su tierra natal, debe regresar donde sus amigos y enemigos lo esperan.