Ibrahim Pasha, convirtiéndose en el Gran Visir del Imperio Otomano, muy a menudo se ponía al mismo nivel que el soberano, lo que a menudo causaba la indignación y el descontento de la gente. Solo que no todos se atreverían a informar al soberano sobre la megalomanía del bajá.
Sin embargo, se encontró a una persona así, y fue Iskander Chelebi, quien informó a Suleiman sobre la grandeza de su gran visir.
Está claro que Ibrahim no necesitaba a una persona así junto al Sultán, e hizo todo lo posible para apartar a la persona equivocada de su camino.
En una campaña militar contra Perseo, Suleiman nombra a Iskander como la mano derecha de Ibrahim, por lo tanto, sin saberlo, firma la sentencia de muerte al tesorero principal.
Hubo muchas intrigas e intrigas en esta campaña, pero Ibrahim volvió a salir victorioso sustituyendo a Iskander.
Cuando el soberano envió su armadura a Ibrahim, el gran visir se levantó y comenzó a llamarse a sí mismo Sultán Ibrahim, sobre lo cual Iskender le contó inmediatamente al soberano en una carta.
Suleiman ya ha notado más de una vez que Ibrahim está orgulloso y quiere gobernar el mundo entero, y al llegar al campamento militar, frente a todos, le dijo a Ibrahim:
“Mi armadura no te convertirá en sultán.
Ibrahim entendió quién, informó al soberano, y decidió deshacerse de él por manos del propio sultán.
Ibrahim vilipendió a Deterdar, acusándolo de robar dinero de la tesorería y la pérdida de un ejército en la operación persa.
Se celebró un consejo militar, en el que su propia gente testificó contra Iskender, temiendo la ira de Ibrahim, y se aprobó el veredicto: condenarlo en la horca.
Suleiman tuvo que tomar la decisión del consejo militar y aceptar la ejecución. Aunque más tarde lo lamentó mucho.
Después del juicio, el leal amigo y sirviente de Iskender, Rustem, se entristeció mucho de que Ibrahim no pasara desapercibido.
Entonces el dijo:
- Será una lección instructiva para todos los que se atrevan a interponerse entre el maestro y yo.