Khyurrem Sultan pudo vivir una vida increíblemente interesante y al mismo tiempo peligrosa.
Mucha gente admira a este personaje histórico, pero también hay quienes la condenan por su crueldad y engaño. Pero, sin embargo, el nombre de esta mujer se ha escuchado en muchos labios durante más de 5 siglos.
Alexandra Anastasia Lisowska entró al palacio como una esclava ordinaria y soñó con quemar este palacio hasta los cimientos. Pero, habiendo entrado en las cámaras del propio gobernante, la concubina se enamoró. Tanto es así que ella misma se convirtió en ese fuego, y salvo su sultán no le interesaba nada.
El amor y la devoción al soberano, así como una mente astuta y una aguda intuición, permitieron que un esclavo ordinario atravesara el difícil camino hacia la gran sultana del Imperio Otomano.
Pero, desafortunadamente, Alexandra Anastasia Lisowska dejó este mundo muy temprano, dejando al gobernante de su corazón, solo en el dolor.
Al enterarse de su enfermedad, Alexandra Anastasia Lisowska no esperaba un milagro. Sabía que era hora de pagar por sus pecados. Los últimos días de su vida, Alexandra Anastasia Lisowska dio instrucciones a cada uno de sus devotos sirvientes:
Fakhriye Khatun tuvo que deshacerse de Nurbanu. Syumbul-aga para enterrar a la amante con el anillo que Suleiman una vez le dio, a Rustem, para proteger a sus hijos el uno del otro y la ira del soberano.
El gobernante Hürrem Sultan también pidió cumplir su última voluntad. Y su solicitud era predecible: Alexandra Anastasia Lisowska le pidió a Suleiman que la enterrara en "su corazón". Así que llamó a la mezquita de Estambul, construida por orden suya, la Mezquita de Suleymaniye.
El sultán Suleiman cumplió la voluntad de su amada esposa y colocó su tumba "en su corazón", la mezquita más grande de Estambul Suleymaniye.
La petición de Khyurrem Sultan demuestra una vez más la lealtad y el amor a su maestro. Al ver la serie, esperaba que Alexandra Anastasia Lisowska le pidiera a Suleiman que no ejecutara a sus hijos, porque la adivina predijo la muerte de uno de los shehzade.
Pero Alexandra Anastasia Lisowska no se atrevió a preguntarle al soberano sobre esto, sino que pidió estar con él, incluso después de su partida.