En el Mar Otomano, los corsarios turcos capturan a la princesa de Castilla, Isabella Fortuna. Los corsarios, después de apoderarse de un valioso cargamento, decidieron dárselo solo al gobernante otomano.
Ibrahim, al enterarse de que la princesa Fortuna es rehén de los piratas otomanos, ordena a Syumbul que la rescate de los corsarios, junto con su séquito, y la entregue al pabellón de caza.
Ibrahim le informa al gobernante que Isabella Castile está en su cautiverio, y Suleiman inmediatamente va a familiarizarse con el cautivo. La princesa, sin mostrar mucha inquietud frente al gobernante otomano, lo llama bárbaro y amenaza con que su prometido, el príncipe Fernando, definitivamente la salvará.
Suleiman, acostumbrado a que las mujeres inclinaran la cabeza ante su presencia, mostró un especial interés por la princesa. Ordena rodearla de atención y cuidado, pero al mismo tiempo informa que no la devolverá a su tierra natal.
Suleiman cumple todos los caprichos de la princesa y se aleja cada vez más de Alexandra Anastasia Lisowska. Ahora sus pensamientos no pertenecen a la concubina pelirroja, sino a la resignada princesa de pelo negro que no escatima en puyas.
Suleiman decidió mantener en cautiverio a la princesa española, debido a consideraciones políticas. Pero él no ocultó su interés por ella.